TC: el día que un Chevrolet ganó impulsado por un motor Ford
Fue el 15 de octubre de 1967 en la Vuelta de Rosario. Ricardo José María Bonanno llevó a la victoria a La Bomba, un Chevrolet Fleetline que tenía en sus entrañas un motor Ford F-100. Un hecho único en la rica historia del Turismo Carretera.
No fue el único auto del Turismo Carretera que ganó con un chasis de una marca y un motor de otra. Tampoco fue la única vez que un piloto combinó las bondades mecánicas de las 2 marcas más populares del TC. Pero la Vuelta de Rosario del 15 de octubre de 1967 fue única porque ese día Ricardo José María Bonanno logró algo inédito: ganó con un Chevrolet impulsado por un motor Ford.
Fue un hecho que sucedía por 1ª vez en la “máxima” y que no volvió a repetirse. Ni con esa combinación, ni con la inversa. Bonanno había nacido en Rosario pero residía en Grand Bourg (Gran Buenos Aires). Tenía 36 años y, tras un paso por el Turismo Mejorado, había debutado en TC en la Vuelta de Junín de 1964, con una cupé Chevrolet.
En 1966, Bonanno le encargó a Baufer (Baudena-Febrer) el carrozado de un chasis Meunier. La carrocería elegida fue la del Fleetline, un modelo de General Motors comercializado entre 1942 y 1952. “A partir de las formas de este auto, diseñamos una carrocería al 85% del tamaño de la original, con lo cual se generó un auto muy compacto”, detalló Jorge Ferreyra Basso, integrante de Baufer, en una nota con Ruedas Clásicas.
La intención del rosarino era colocarle un motor Chevrolet. Pero finalmente se inclinó por un F-100 V8. El estreno fue en el Gran Premio de 1966, con un abandono. Pero los resultados no tardaron en llegar. En 1967 fue 4º en San Pedro. Su rendimiento en esa 1ª fecha llevó a Bonanno a dar el pie para su apodo: La Bomba. “Este auto es una bomba”, exclamó.
El día de gloria de Bonanno, Chevrolet y Ford
A lo largo de 1967, Ricardo Bonanno demostró que lo de San Pedro no había sido casualidad. Así fue que La Bomba terminó 4º en Tres Arroyos, 5º en Santa Fe y Carlos Paz y 6º en Hughes. El 15 de octubre de 1967, el TC llegó a Rosario para disputar su 28ª fecha. Si bien Bonanno había nacido allí, el piloto lamentaba “la inexplicable indiferencia de su pueblo”.
El Chevrolet-Ford tenía como responsable mecánico a Alberto Lupacchini. El motor estaba a cargo de Valentín Favarín, del taller El Inca de Mar del Plata. Y como era lógico, Bonanno -que además era dirigente de la ACTC- no tenía apoyo de ninguna Comisión de Concesionarios, como era habitual en ese entonces.
El piloto radicado en Grand Bourg estaba 5º al cerrar la 1ª vuelta en el circuito de casi 55 kilómetros de extensión: 30 de pavimento y 24 de tierra. Tomó la punta en el 2º giro y la conservó hasta el abrupto final por un accidente que costó la vida de 3 personas. Fueron atropelladas por el Torino de Marcelo Ocampo (“Róspide”), quien se había tocado con el Ford de Carlos Menditeguy.
Rafael Sierra, el comisario deportivo, resolvió dar por terminada la carrera al cumplirse la 8ª vuelta. Bonanno conseguía así su 1ª victoria en el Turismo Carretera. “Fue una mezcla de enorme alegría y horror. Prácticamente llegué solo al parque cerrado. No sabía qué pasaba…”, contaría Bonanno en Automundo.
El éxito del rosarino relució menos por el accidente. Pero no había sido una victoria menor. Había doblegado a pilotos del nivel de Héctor Gradassi, Carlos Pairetti, Luis Rubén Di Palma, Rodolfo de Álzaga, Gastón Perkins, Eduardo Copello y Nasif Estéfano, entre otros. Paradójicamente su triunfo quedó en la historia porque fue la única vez en 85 años del TC que Chevrolet y Ford se combinaron para la victoria.