Morro Iglesias: el piloto que fabrica simuladores
Fernando Iglesias (h) encontró una salida económica para la situación actual: comercializa simuladores, que fabrica en su taller de San Pedro donde atiende el Chevrolet de TC Mouras.
De familia muy ligada al automovilismo, Fernando Iglesias (22 años) no fue la excepción a la regla y como su padre Fernando (57) y su hermano Juan Manuel (34), él también se dedicó a esta actividad.
Fue precisamente cuando Pichi, su papá, regresó en 2010 a correr en el TC Zonal tras retirarse en 2007 del Turismo Carretera cuando Morro redescubrió esta pasión. Y allí, con 13 años, comenzó a soñar con hacer realidad su deseo de ser piloto.
En ese transitar rumbo a su anhelo, hace 7 años que comenzó a involucrarse en el mundo virtual. Correr en los simuladores y andar bien era, para él, “la prueba” de que podía competir luego contra los pilotos reales.
Esa incursión gamer lo llevó, a su vez, a empezar a indagar cómo fabricar los simuladores. Hoy, esa actividad, es la que le permite seguir generando ingresos cuando la actividad automovilística está en pausa por el COVID-19.
“Desde 2013 que estoy en el mundo de los simuladores, donde empecé a hacer muchos amigos en el ambiente. Correr en el automovilismo real te da mucha trascendencia. Entonces, ante esta situación, y con varios simuladores ya hechos, pensé esta opción de hacer para vender y me está yendo bien. Además, también es una forma de estar en actividad, no me gusta no hacer nada”, le relata el sanpedrino a SoloTC.
En su taller, hoy conviven el Chevrolet con el que compite en el TC Mouras y las estructuras que allí mismo fabrican para los simuladores. “Yo administro y gestiono la compra de los elementos: CPU, pantallas, volantes… Para la butaca conseguí un proveedor con el que voy a estar trabajando”, expresa Iglesias sobre el nuevo emprendimiento.
Si bien en algunos casos depende de la entrega de los proveedores, Morro estima que en 4 o 5 días tiene listo un simulador. Si los produce en serie, ese tiempo se achica. El valor ronda entre los 90.000 y 100.000 pesos, según las prestaciones.
“Hago el producto desde el principio hasta el fin y lo vendo completo. Generalmente quien arranca en este mundo no entiende mucho entonces si sólo le vendo la butaca, el volante o la estructura, no sabe cómo seguir. De este modo lo único que tiene que hacer es enchufar la computadora a la pared y empezar a correr”, agrega el bonaerense, que recibe los pedidos a través de su Instagram (@MorroIglesias).
Mientras desea que la actividad se reanude pronto, y confiesa que la pausa le vino bien al principio porque estaba justo de presupuesto pero que al extenderse complicó a mucha gente, Iglesias continúa con actividad plena en su taller de San Pedro. Esta vez no sobre la Chevy multicolor número 166 sino con la realización de simuladores.