Supicci Sedes, el primer extranjero que hizo historia en el TC
El uruguayo Héctor Supicci Sedes fue un pionero en el Turismo Carretera: participó de la 1ª carrera de la historia, fue el primer extranjero ganador y el único en conseguir un GP. Esta es su historia.
Héctor Supicci Sedes tuvo un corto pero muy intenso paso por el Turismo Carretera. Apenas 7 carreras le bastaron para quedar en la historia del automovilismo argentino. Es que el piloto uruguayo no solo fue uno de los testigos del nacimiento de la categoría en 1937. Fue, además, el primer ganador extranjero, el único en ganar un Gran Premio, innovador en el aspecto técnico, un mecánico avezado, todo un adelantado para su época.
El oriental había nacido en Montevideo el 15 de marzo de 1903. En 1927, a los 24 años, inició su campaña automovilística. En su país natal ganó 4 ediciones del Gran Premio Nacional de Uruguay. Paralelamente, cruzó el Río de La Plata para mezclarse en las competencias que se desarrollaban en la Argentina. Formó parte del Gran Premio Internacional de 1935 y otras 2 competencias más al año siguiente.
Pero el 5 de agosto quedó en los registros oficiales al convertirse en uno de los 72 pilotos que se inscribieron para participar del Gran Premio Argentino, que quedó anotado en los libros de historia como la primera competencia oficial del Turismo Carretera. Un acontecimiento que la convierte en la categoría más antigua del mundo.
Supicci Sedes arribó en la 4ª colocación a bordo de una cupé Ford 1937 detrás de Ángel Lo Valvo (Ford), Carlos Garbarino (Ford) y Eduardo Pedrazzini (Ford). En las Mil Millas disputadas el 12 de diciembre del ’37, el piloto charrúa anotó su primer mojón en la historia al arribar en el 2° puesto detrás de Pedrazzini. Hasta que llegó su momento de gloria en el Gran Premio del Sur de 1938.
Luego de casi 61 horas empleadas para completar un recorrido de 6224 kilómetros, Supicci Sedes se convirtió en el primer extranjero en obtener una victoria. Nada menos que en la 4ª competencia en la historia de la categoría. “Quiero destacar que pruebas de esta naturaleza son para hombres templados, dispuestos al sacrificio. Para corredores que salen a correrse 10 días como si fueran 10 minutos. Que pasan horas sin dormir y que a la mañana están en el coche con las pilas cargadas”, expresó luego de la victoria.
Ese éxito le permitió ganar aún más popularidad. Al punto que en homenaje a aquel éxito, el pianista uruguayo Horacio “Pintín” Castellanos le compuso la milonga Meta Fierro, interpretada por Juan D’ Arienzo y Alberto Echagüe. Supicci Sedes, además, era un experimentado aviador, de allí tomó la costumbre de correr con las gafas que utilizaba para volar.
Ya por entonces, además de su talento y templanza al frente del volante, se le destacaba a Supicci Sedes su espíritu innovador. Que lo llevó, entre otros adelantos, a imponer el ahora famoso “sapito” para limpiar el parabrisas, levantar el caño de escape sobre el guardabarros trasero para evitar que se golpee o ingrese agua, utilizaba un blindaje en las bujías y el distribuidor para evitar la humedad. Y hasta colocó un caño transversal en el habitáculo para que, en caso de volcar, el techo no los aplastara.
Supicci Sedes fue el primero de los 6 extranjeros que ganaron en el TC. Los otros fueron: Domingo Marimón (España), Carmelo Galbato (Italia), Rodrigo Daly (Chile), Andrea Vianini (Italia) y Mauricio Lambiris (Uruguay).
La muerte, tan presente e implacable en aquellos tiempos, lo encontró el 4 de diciembre de 1948, cuando disputaba la 2ª etapa del Gran Premio América del Sur (el retorno de la histórica Buenos Aires-Caracas). Su cupé, que estaba estacionada, recibió el impacto del Ford de Antonio Zarantonello. El uruguayo murió en el acto.
Tenía apenas 45 años y toda una impronta que lo había convertido en uno de los pilotos más destacados de su época. Uruguay le rindió el tributo que merecía: una calle de Montevideo lleva su nombre, como así también un estadio de fútbol en Colonia del Sacramento y el autódromo ubicado en la ciudad de Tacuarembó.