TC: El último triunfo de Marcilla, el Caballero del camino
El 20 de julio de 1952, Eusebio Marcilla logró su 9º y último éxito en el Turismo Carretera. Ocho meses más tarde, la muerte lo encontró en Santa Fe.
Eusebio Marcilla se dio el gusto de ganar 9 veces en el Turismo Carretera. Pero cuentan las crónicas de la época que nunca se lo vio tan exultante como el día que consiguió su último éxito, el 20 de julio de 1952. Fue en la Vuelta del Oeste, disputada en Junín, su ciudad natal.
Por entonces, Marcilla formaba parte de la élite de pilotos de la “máxima”. Contaba con 2 subcampeonatos (1947 y 1948), los 2 primeros que tuvo Chevrolet en la historia de la categoría. El dominio era absoluto de los hermanos Gálvez, quienes ganarían 12 títulos consecutivos entre 1947 y 1958.
Justamente a Marcilla lo une una anécdota con los porteños. Fue regresando desde la ciudad peruana de Lima y en dirección a Arequipa cuando los auxilió después de que ambos cayeron por un precipicio. Siete años más tarde de aquél episodio, y en ocasión del Gran Premio Buenos Aires – Caracas, el juninense, que tenía grandes posibilidades de ganar esa mítica competencia, dejó de lados sus intereses deportivos y a pocos kilómetros de la ciudad de Trujillo asistió a Juan Manuel Fangio después de un accidente donde murió su copiloto, Daniel Urrutia.
Marcilla acercó a los accidentados hacia el pueblo. Una vez allí, Fangio le pidió que regresara a la competencia. Él se negó y ante la irreparable pérdida de Urrutia, decidió quedarse a su lado. En el ambiente comenzaron a llamarlo “El Caballero del camino”. Para él, el deber de ayudar a un compañero era más fuerte aún que la satisfacción personal de ganar. Lo describían como un ser humano simple, humilde, un señor vestido de mameluco, que se sentaba detrás de un volante para hacerlo volar…
Su historia en el TC comenzó el 27 de septiembre de 1940 cuando gracias al apoyo de numerosos aficionados pudo hacer su debut con un Chevrolet, nada menos que en el Gran Premio Internacional del Norte. Aunque un vuelco lo obligó a desertar, comenzaría allí una rica trayectoria dentro de la máxima.
Eusebio además, fue durante toda su trayectoria deportiva, un ídolo indiscutido para los hinchas de Chevrolet. Ocupó en el corazón de los aficionados de la marca, el lugar que había dejado vacío Fangio tras su partida a Europa. No sólo por sus hazañas deportivas, sino también por su hombría de bien, su respeto por sus colegas y su amor por este deporte.
Y aunque no llegó a ser campeón en el TC, supo ganar carreras muy importantes y hasta alguna que otra etapa de un GP. Más allá de sus condiciones como piloto, Marcilla también se destacó por sus virtudes como mecánico. Paseó su estirpe ganadora por todo el país hasta que la muerte lo encontró a la vuelta de una curva.
Fue el 14 de marzo de 1953 en la V Vuelta de Santa Fe. Eusebio punteaba la carrera a más de 180 km/h de promedio. Al aproximarse a una curva, en el paraje denominado “El Recreo” cerca de la ciudad de Rafaela dobló con su cupé Chevrolet abruptamente y tras un espectacular vuelco se incrustó contra una columna de hormigón que sostenían cables de alta tensión.
“Abrazado” a la columna, el auto se prendió fuego producto de la pérdida de nafta. Poco pudo hacer Orlando Benzi, dueño de una estación de servicio cercana al lugar, que rápidamente logró extinguir el incendio. “Me tragué la curva”, llegó a decir entre susurros. El adiós fue inevitable.
Eusebio Marcilla falleció mientras lo trasladaban al hospital de Santa Fe, producto de las heridas recibidas por el impresionante impacto. Las rutas argentinas ya no volverían a ver el paso del Chevrolet negro. El Caballero del camino había iniciado el largo viaje hacia la inmortalidad.