Turismo Carretera

El singular método Morgera, el chasista de Mangoni

Alejandro Morgera es chasista, entrenador físico y mental, y amante de la neurociencia y psicología aplicada al deporte. Te contamos cómo es su particular sistema de trabajo.

Alejandro Morgera es el chasista, entre otros, de Santiago Mangoni. Pero no es un especialista del estilo tradicional de Alberto Canapino o Christian Ávila, por citar algunos ejemplos. De hecho, él reconoce que se convirtió en chasista más por decantación que por vocación. Su verdadera profesión es la de entrenador físico y mental de los pilotos. Una actividad que inició hace más de 1 década.

Se describe ante SoloTC como “técnico electromecánico, técnico en televisión y sistemas digitales. Además es estudiante de electromedicina y, por autodidacta, amante de la neurociencia y la psicología aplicada al deporte…”. Su desembarco en el automovilismo se produjo de la mano de Franco De Benedictis cuando el piloto necochense comenzó su camino en el TC Pista Mouras.

Hoy en día su actividad se divide en varios ítems: por un lado se dedica a la atención técnica del Chevrolet de Mangoni, al tiempo que brinda asesoramiento externo en los autos de Nicolás Impiombato, Tomás Brezzo, Emmanuel Pérez Bravo y Juan Perea. También oficia de director deportivo de Baltazar Leguizamón y próximamente volverá a trabajar con Franco De Benedictis, quien planea debutar en el TC Pick Up.

Por otra parte, brinda entrenamiento físico y mental en su casa de Mar del Plata. Su sistema de trabajo es poco convencional, porque sus sesiones implican una charla previa, como una sesión de terapia habitual, y luego pasan a la preparación física.

Morgera trabaja con Mangoni desde hace más de 3 años. (Foto: ACTC)

Pero no realizan una rutina típica de los centros de alto rendimiento, sino que ensayan sobre el Simulicar, un simulador que construyó sobre la base de un Ford que utilizó Emanuel Moriatis en 2002 y que aggiornó con el paso de los años. Morgera cuenta que este sistema es único en Sudamérica.

“La idea surgió para que los pilotos se ahorren los altos costos de realizar pruebas en la pista, sobre todo para los chicos que recién están empezando en la actividad”, contó. El piloto se sube al simulador con el buzo, los guantes y el casco como si estuviera en un ensayo o en la carrera misma.

Percibe las mismas sensaciones: la dureza del volante, el olor a nafta o aceite, el ingreso de los gases al habitáculo y hasta el olor a caucho quemado cuando bloquea los neumáticos. Incluso simulan la temperatura a la que están expuestos durante la competencia, que puede llegar hasta los 65ºC. 

“Cada ‘sesión’ arranca como una charla de psicología habitual en una oficina que tengo al lado del simulador. Hablamos de lo que pasó el fin de semana de carrera, qué sintieron, qué estuvo bueno y qué no. Después de eso pasamos al simulador, donde además de girar vueltas de clasificación o de carrera, realizamos ejercicios mentales donde trato de generar el mismo nivel de estrés y adrenalina que viven en un auto de verdad. Cuanto más tiempo están sometidos a ese nivel, más rápido pueden resolver situaciones límites que después se trasladan a la pista. Y cuando eso ocurre les resulta más fácil poder resolverlas porque químicamente están más estables”, explicó.

Simulicar
El Simulicar que diseñó Morgera sobre un auto real de TC. (Foto: A. Morgera/SoloTC(

Actualmente tiene más de 10 pilotos que lo visitan regularmente en su casa. Aunque su trabajo es poco divulgado, de algún modo porque la mayoría de los pilotos que trabajan con él prefieren no dejarlo trascender. “Son muy celosos de sus métodos de trabajo, nadie quiere dar ventajas. Una vez había uno que empezó a ganar y nunca me agradecía públicamente, como sí lo hacía con el chasista o el motorista. Hasta que un día le pregunté cuál era el motivo y me respondió: ‘¿Estás loco? ¡Mirá si le voy a contar mi secreto a los demás!’. Ahí entendí por qué lo hacía”, reveló.

Morgera está casado con una Argentina que tiene su familia en España. De sus viajes al Viejo Continente incorporó mucha bibliografía específica. Su “gurú” es Kerry Spackman, un neurocientífico cognitivo muy reconocido que incursionó en la Fórmula 1 como entrenador de Lewis Hamilton y Sebastian Vettel, entre otros. Justamente Morgera se basa en esos conocimientos para trasladarlos a sus clientes.

Su nueva etapa en el JP

Cuando Mangoni recibió el ofrecimiento de Gustavo Lema para subirse al Chevrolet que dejó libre Guillermo Ortelli, una de las condiciones que puso el piloto balcarceño fue que el JP Carrera también contrate a Morgera. De este modo, el especialista marplatense retornó al equipo de Canning donde ya había trabajado como ingeniero de pista de Juan Martín Bruno en el TC, Santiago Álvarez en el TC Pista y Juan Manuel Silva en el TC Pick Up.

Alejandro se ocupa de la atención en el chasis, trabajo que ahora comparte con el ingeniero Ariel Lucesoli, a quien conoció en la etapa anterior. “Tenemos una gran relación con Ariel y nos entendemos perfecto. Yo llevé mi receta que es la misma con la que veníamos trabajando en el auto de Santiago y la mezclamos con la receta que tenían ellos. Así armamos un combo técnico”, describió.

Mangoni JP
Mangoni maneja la Chevy que usó Ortelli en las 4 primeras carreras del año. (Foto: ACTC)

“La ventaja es que yo conozco el estilo de Mangoni y lo que necesita para ir rápido, así que en ese aspecto acortamos el camino”, agregó. En el debut en Buenos Aires, Santiago finalizó 4º, resultado que generó gran expectativa y la obvia comparación con el flojo rendimiento que había tenido Ortelli con esa misma Chevy.

“No se pueden hacer comparaciones porque son 2 estilos de manejo diferente. No todo es tan lineal como se cree.  Vos ponés a 2 pilotos a manejar un mismo auto y quizás hacen el mismo tiempo en el cronómetro, pero la puesta a punto para cada uno es diferente. Lo viví un montón de veces: a uno le gusta que el auto vaya más de trompa, al otro más de cola, a uno le gusta mover las manos, al otro no”, explicó.  

Para Morgera, volver a trabajar en un equipo grande como el JP Carrera resulta todo un desafío, aunque sabe que también hay riesgos que debe afrontar. “Sobre todo porque al haber tantos ingenieros estás obligado a trabajar a un nivel muy alto, porque a la primera de cambio sos el primer fusible que se va a cambiar. Yo vivo cada carrera como si fuera la última”, cerró este particular especialista que con sus métodos y técnicas da que hablar en el mundo del TC.   

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