Día del acompañante en el automovilismo argentino
Cada 29 de octubre se conmemora el día del acompañante en el automovilismo argentino. Un rol que fue desapareciendo progresivamente en el Turismo Carretera moderno, pero que tuvo gran importancia en la génesis de la categoría.
El 29 de octubre se celebra el Día del Acompañante y en el automovilismo argentino, una fecha que honra la memoria de Daniel Urrutia, copiloto de Juan Manuel Fangio, quien perdió la vida en un accidente durante la legendaria carrera Buenos Aires-Caracas en 1948. Esta jornada es un recordatorio de la importancia y sacrificio de quienes han ocupado la butaca derecha en las competencias de Turismo Carretera, la categoría más antigua del mundo y la más popular de Latinoamérica.
El rol de los copilotos a través del tiempo
La función de los copilotos en el TC ha sido siempre crucial, especialmente en sus inicios, cuando las competencias se realizaban en rutas. En esas circunstancias, los acompañantes eran generalmente mecánicos, preparados para realizar reparaciones de emergencia, recargar combustible o aceite y gestionar otras tareas vitales en plena carrera. Además, desempeñaban el papel de cronometristas, recibiendo información esencial sobre el desempeño en competencia.
Sin embargo, con la decisión de la Asociación de Corredores de Turismo Carretera (ACTC) en 1997 de trasladar las carreras a los autódromos y abandonar las rutas, la relevancia de los copilotos comenzó a disminuir. Para el año 2007, sus tareas se habían reducido considerablemente, limitándose, en la mayoría de los casos, a tomar tiempos parciales o revisar el instrumental del auto. En el TC moderno, muchos copilotos comenzaron a ser figuras públicas, empresarios que aportaban apoyo económico, personas allegadas a los pilotos, y jóvenes pilotos que querían aprender desde la butaca derecha.
Finalmente, en 2007, la ACTC decidió eliminar la participación de los copilotos en todas sus categorías, marcando el fin de una era y priorizando la seguridad por sobre la tradición. Con ello, la categoría se adaptaba a los estándares de seguridad moderna, que buscan minimizar riesgos para los conductores y evitar las tragedias.
La decisión de la ACTC de bajar a los copilotos
A lo largo de la historia del TC, la tragedia ha sido una parte sombría de la disciplina, con más de 40 pilotos y copilotos fallecidos en el camino. El primer accidente registrado fue en 1940, cuando Ernesto Barbetta, acompañante de Pedro Copalvo, perdió la vida en la primera etapa del Gran Premio. Desde entonces, el rol de los copilotos ha pasado por una evolución significativa, adaptándose a los cambios y a las necesidades de seguridad en este exigente deporte.
La trágica muerte de Guillermo Castellanos en la 5ª fecha del campeonato de TC en Comodoro Rivadavia, durante 2007, fue el evento que precipitó la implementación de medidas de seguridad más estrictas. Este accidente aceleró la decisión de eliminar la figura del copiloto, y a partir de la siguiente carrera en Paraná, los autos ya no contaban con acompañantes. Además, desde la 12ª fecha del torneo, se implementó la incorporación de pontones, dispositivos laterales para mejorar la protección del piloto en caso de impacto.
El análisis sobre la continuidad de copilotos había comenzado el año anterior, en 2006, después de otro trágico accidente en Rafaela que cobró la vida de Alberto Noya y su acompañante Gabriel Miller. En aquel momento, la dirigencia de la ACTC había consultado a los pilotos sobre la permanencia de los copilotos en las carreras, y el 77% de ellos había votado por mantener la tradición. Sin embargo, tras la muerte de Castellanos, la decisión fue firme y, en mayo de 2007, la entidad por entonces dirigida por Oscar Aventin, comunicó a los referentes de la categoría que, después de 70 años, los copilotos dejarían de formar parte del TC.
Si bien la medida fue controvertida y generó resistencia por parte de algunos pilotos, quienes temían perder parte de su presupuesto debido a que en algunos casos los patrocinadores eran los acompañantes, la ACTC no dio marcha atrás. La decisión marcó un antes y un después en el TC, consolidando su compromiso con la seguridad y adaptándose a las exigencias del automovilismo moderno.